Guía indispensable para vivir la Feria de Septiembre
Heredera de las ferias de ganado medievales, la Feria de Murcia se inaugura con la bajada de la Virgen de la Fuensanta, la patrona de la ciudad, desde su Santuario hasta la Catedral, un jueves de finales de agosto o principios de septiembre. Y concluye con su regreso en romería al Santuario el segundo martes del mes en que comienza el otoño.
Es una época ideal para visitar Murcia porque, a diferencia de lo que sucede más allá de Despeñaperros, el verano se alarga en la ciudad hasta bien entrado octubre. Los días son aún bastante largos y las noches comienzan a ser de lo más agradable.
En este ambiente, el pequeño jardín botánico del Malecón nos invita a cenar los platos más típicos de la Vega del Segura en Los Huertos, terrazas que diferentes organizaciones murcianas montan para solaz del público. Aquí se puede disfrutar de las tapas más típicas de la zona: morcillas, salchichas y longanizas, para los más carnívoros; y «habicas», «michirones», «crillas» (patatas) con ajo (alioli) y los famosos paparajotes, adecuados también para vegetarianos. Es posible también presenciar demostraciones artesanales de la mano del Gremio Regional de Artesanías, y probar diversos vinos en la Feria del Vino y la Gastronomía. Un mundo, el del vino murciano, que merece la pena descubrir.
Después de haber llenado el estómago, lo propio es recorrer el río hacia el otro lado de la ciudad, para soltarse el pelo cual niño en las atracciones de la feria propiamente dicha. Fuera vergüenza y a los caballitos del tiovivo, o a pescar patos en las rifas de habilidad, que, como dicen los más grandes gurús de los negocios, los adultos somos niños deteriorados, y eso hay que arreglarlo.
Además de estos dos clásicos, la ciudad acoge en estas fechas también las fiestas de Moros y Cristianos, con Campamento en el Malecón y tres días de desfiles. Aunque no tienen tanta solera como en otros lugares de España, pues datan de 1983, han sido declaradas de Interés Turístico Nacional. En el fin de semana grande, el sábado «Día de la Entrada», los pasacalles recorren la ciudad hasta que, al llegar la noche, los cristianos al mando del infante Alfonso de Castilla y los moros liderados por el rey Aben Hud se enfrentan en una parada militar espectacular. Otros acontecimientos se suceden hasta la entrega de las llaves de la ciudad a la embajada cristiana el lunes.
Para los más jóvenes, de edad y espíritu, se presenta el Festival Lemon Pop, de música indie. Los murcianos ponen limón hasta a la sonrisa, y de ello no se libra ni la música. Desde hace más de veinte años, el Ayuntamiento invita a bandas emergentes a animar la escena local totalmente gratis para el público. En los programas del Lemon Pop han tocado grandes como Astrud y Vetusta Morla, llenando de twees los parques de la ciudad.
Y, si se quiere terminar la feria como un auténtico murciano, habrá que acompañar a la Morenica en su ascenso al Santuario como romero. La iglesia permanece abierta toda la noche y, a su alrededor, hasta medio millón de fieles pasa la noche esperando su regreso, bailando y cantando en su honor… o eso dicen. Una ocasión, desde luego, no poco festiva, llena de alegría y tradiciones.
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